Nov 5, 2011

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“LA LEY DE LA ADVERSIDAD”, DR. JAMES DOBSON, PARTE 7

LA LEY DE LA ADVERSIDAD

 

Permítame ahora considerar este importante tópico de la “fe bajo fuego”, desde otra dirección. Cuando tenía diez años de edad leí mi primer libro sobre las estrellas y los planetas, y desde entonces me he sentido fascinado con el tema de la astronomía. Lo que capturó mi imaginación fue el tamaño relativo de esas pequeñas luces parpadeantes que vemos en el cielo. Descubrí que la tierra era un grano de arena, en comparación con los cuerpos celestes más grandes, que son nuestros vecinos. Aún estoy asombrado por las increíbles dimensiones de la creación de Dios. ¿Cómo puede uno comprender el significado de un universo visible que tiene una extensión de treinta mil millones de años luz de un lado a otro, y está compuesto de quizá cien mil millones de galaxias, cada una de ellas conteniendo cientos de miles de millones de estrellas? Es imponente el pensar en lo que existe allá arriba en el cielo silencioso. Una de las estrellas, relativamente cercana a nosotros, se llama Épsilon, realmente es más grande que la órbita del planeta Plutón de nuestro sistema solar. Si fuera hueca, cabrían dentro de ella más de dos mil millones de soles como el nuestro.

 

El rey David, quien no pudo saber nada de nuestra moderna astronomía, estaba profundamente consciente de la maravillosa obra realizada por el Señor en la creación. El escribió: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría” (Salmo 19:1-2). En realidad, ¡así es!

 

Me imagino que es por eso que aún el estudio de la astronomía es tan emocionante para mí. Declara la grandeza de la gloria de Dios como ningún otro campo de investigación. Después de explorar lo que el Creador ha hecho y cómo continúa controlando la inmensidad del universo, me es fácil confiar en él para todos los asuntos relacionados con mi vida. De alguna manera, parece que él puede encargarse de todos ellos.

 

Recuerdo con agrado una historia acerca de Alberto Einstein y su especulación sobre el tiempo y el espacio. Un día, estaba conversando con algunos de sus alumnos más inteligentes acerca de Dios y de si él existe o no existe. Entonces, Einstein les hizo esta interesante pregunta: “¿Qué porcentaje del conocimiento total del universo, suponen ustedes que poseemos ahora? Ellos le dieron varias estimaciones, con un promedio de aproximadamente dos por ciento. El viejo físico contestó: “Creo que sus suposiciones son demasiado altas, pero voy a aceptar esa cantidad de dos por ciento. Ahora díganme, ¿de acuerdo con el otro noventa y ocho por ciento, cuáles son las posibilidades de que Dios realmente existe?” ¡En verdad, ésa es una pregunta muy buena! Hace algunos años, estuve leyendo más sobre astronomía, y encontré algo que fue escrito por el doctor Stephen Hawking. Es un astrofísico de la Universidad de Cambridge, y quizás es el hombre más inteligente sobre la faz de la tierra. El ha seguido los pasos de Einstein con dignidad. Ha hecho avanzar la teoría general de la relatividad, mucho más que ninguna otra persona desde que murió Einstein. Se le atribuye al doctor Hacking el mérito de haber hecho los cálculos matemáticos que sugieren la existencia de los agujeros negros en el espacio y de haber desarrollado otras teorías muy aclamadas.

 

Lamentablemente, el doctor Hawking padece de una enfermedad neuromuscular degenerativa, llamada esclerosis amiotrófica lateral, o enfermedad de Lou Gehrig, que finalmente le causará la muerte. Por años, ha tenido que estar en una silla de ruedas, sin poder hacer mucho más que permanecer sentado y pensar. Ni siquiera puede escribir las fórmulas matemáticas que rigen el proceso de sus pensamientos. En 1979, la revista Omni dijo acerca de él: “Su mente es una pizarra. El memoriza la larga cadena de ecuaciones que dan vida a sus ideas, luego dicta los resultados a sus colegas o a su secretaria, una hazaña que ha sido comparada con la de Beethoven escribiendo toda una sinfonía en su mente, o la de Milton al dictar: Paraíso perdido a su hija”, En estos últimos años, el doctor Hawking ha perdido hasta la habilidad para hablar, y ahora se comunica por medio de una computadora que él opera con los movimientos más leves de sus dedos. También la revista Omni dijo: “Está muy débil para escribir, alimentarse a sí mismo, peinarse y ponerse los anteojos. Alguien debe ayudarle haciéndole todo esto. Sin embargo, este hombre, uno de los que más dependen de otros, se ha escapado de ser clasificado como un inválido. Su personalidad brilla a través de los detalles de su trastornada existencia.

 

Su aceptación de una enfermedad catastrófica, a pesar de que él no cree en el Dios de la Biblia, es lo que ha hecho que Stephen Hawking llame nuestra atención en relación con el tema que estamos considerando. Es posible que él sea un deísta, a pesar de que escribió un libro en 1988, titulado: A Brief History of Time [Una breve historia del tiempo], en el cual se esforzó en dar razones convincentes de la necesidad que tenemos de la existencia de un Creador. Sin embargo, lo que él ha aprendido por medio de su incapacidad física es extraordinario, y puede ser muy instructivo para todos los que vivimos por fe. El dijo que antes de enfermarse tenía muy poco interés en la vida. La llamó una “existencia sin sentido”, como resultado de que siempre se sentía aburrido. En ese tiempo, bebía demasiado y trabajaba muy poco.

 

Entonces, se enteró de que tenía esclerosis amiotrófica lateral, y que no debía esperar vivir más de dos años. El resultado final de ese diagnóstico, después de la conmoción emocional que le produjo al principio, fue extremadamente positivo. Declaró que había sido más feliz después de tener la enfermedad que antes. ¿Cómo podemos entender eso? Hawking dio la respuesta.

 

Dijo: “Cuando nuestras expectativas se reducen a cero, realmente apreciamos todo lo que tenemos”. Este es el concepto que declaré en el primer capítulo de este libro. Lo diré de otra manera: la satisfacción en la vida depende, en parte, de lo que la persona espera recibir de ésta. Para un hombre como el doctor Hawking, quien pensó que iba a morir muy pronto, todo adquiere un nuevo significado: la salida del sol, un paseo por el parque, o la risa de los niños. De pronto, cada pequeño placer se convierte en algo muy valioso. En contraste, las personas que creen que la vida les debe algo, a veces se sienten insatisfechos con lo mejor que reciben de ella. También, el doctor Hawking dijo lo siguiente acerca de sus limitaciones físicas: “Si usted tiene algún impedimento, debe emplear sus energías en las áreas en que no tiene ningún problema. Debe concentrarse en lo que puede hacer bien, y no lamentarse por lo que no puede hacer. Y es muy importante que no tenga lástima de sí mismo. Si usted tiene un impedimento y siente lástima de sí mismo, entonces nadie va a querer tener mucho contacto con usted. Una persona que tiene alguna incapacidad física, ciertamente no puede darse el lujo de también estar incapacitado sicológicamente.

 

Otra manera de expresar lo que dice el doctor Hawking es que una persona que se está enfrentando con dificultades extremadamente difíciles, debe esforzarse en hacerse más fuerte. Quejarse y tener lástima de sí mismo, son reacciones mortales, aunque parezcan muy lógicas y nos hagan sentir mejor. Una persona que tiene una crisis se fortalecerá o se desalentará por medio de ésta. Dentro de ciertos límites, la adversidad puede tener un efecto positivo en las personas, ayudándolas a fomentar su carácter. En cuanto a los cristianos, la Biblia dice que desarrolla la fe (Santiago 1:2-4). Desde hace mucho tiempo, los biólogos han reconocido este concepto, al que llamaremos: la ley de la adversidad, y que obra en el mundo de las plantas y los animales. A pesar de lo extraño que parezca, el bienestar habitual no es provechoso para ninguna especie. Una existencia sin desafíos produce víctimas entre casi todos los seres vivientes. Por ejemplo, observe a los animales débiles que viven en un zoológico. Todos los días los alimentan, y lo único que hacen es estar acostados bostezando. O piense en un árbol que está en una selva tropical. Como tiene mucha agua a su disposición, no necesita extender sus raíces nada más que a unos pocos metros de profundidad. Por lo tanto, no está bien afianzado, y una pequeña tormenta puede derribarlo. Pero un árbol mezquite, que se encuentra en una tierra hostil y árida, debe echar sus raíces a nueve metros de profundidad, o más, en busca de agua. Ni siquiera un viento muy fuerte puede hacerlo caer. Su ambiente adverso contribuye realmente a su estabilidad y vigor. Esta ley de la adversidad, también tiene que ver con los seres humanos. Algunos de los ejemplos de valor más notables han ocurrido en países que se encontraban bajo presión muy fuerte. Esto me recuerda a las naciones de Europa, en los años cuarenta. Todas las guerras son horribles, y por supuesto no estoy tratando de quitarle importancia al sufrimiento que éstas causan.

 

La Segunda Guerra Mundial costó cincuenta millones de vidas, y antes de terminar casi destruyó a todo un continente. Sin embargo, los que sobrevivieron esa experiencia horrorosa, se vieron obligados a adaptarse para poder resistir esa temporada en el infierno. Observemos los efectos de esa adaptación. Los alemanes sufrieron una terrible devastación cuando la guerra estaba llegando a su fin, tal como la que ellos habían causado a otros. Algunas de sus ciudades más importantes fueron bombardeadas las veinticuatro horas; por los norteamericanos durante el día y por los británicos durante la noche. Dondequiera sólo podían verse la destrucción y la muerte. Había una enorme escasez de alimentos y de todas las cosas esenciales. Cuando terminó la guerra, ochenta por ciento de los hombres nacidos en 1922 habían muerto, llenando al país de dolor y tristeza. Por supuesto, estas tragedias fueron resultado de la agresión nazi, pero no por eso era menos real el sufrimiento que experimentaron las familias alemanas. Lo que es extraordinario, desde la perspectiva de hoy en día, es hasta qué punto se mantuvieron firmes. ¡No se derrumbaron! Aun en el invierno de 1945, cuando las fábricas habían sido bombardeadas, los trenes estaban destruidos y los puentes quedaron hechos escombros, la productividad de la nación aún era aproximadamente ochenta por ciento de la capacidad de antes de la guerra. El espíritu de cooperación permanecía siendo muy bueno. Toda la nación seguía mostrando un firme propósito de continuar luchando, aunque los ejércitos Aliados estaban apretando cada vez más la soga alrededor de Berlín.

 

La historia de la Gran Bretaña durante la guerra no fue menos impresionante. Churchill guió al pueblo al heroísmo personal. Comenzó por hablar de sus expectativas, ofreciéndoles sólo “sangre, trabajo duro, sudor y lágrimas”. Eso les ayudó a fortalecerse contra las dificultades. En los días más sombríos de los bombardeos aéreos, cuando su amada patria estaba en peligro inminente de ser invadida, los británicos resistieron con firmeza. Nadie estaba seguro de si se podría detener a Hitler y a sus secuaces. Sin embargo, la canción más popular de Inglaterra, durante ese tiempo inquietante, era una expresión de esperanza, no de temor. Se llamaba: “Los acantilados blancos de Dover”, refiriéndose a un área costera que estaba llena de cañones, aviones y equipos de radar. La letra, según lo que puedo recordar de cuando yo era niño, dice así: Volarán los pájaros azules sobre Los acantilados blancos de Dover, Mañana, sólo espera, y los verás. Habrá amor y risas, y paz para siempre, Mañana, cuando el mundo sea libre. El pastor cuidará de sus ovejas, El valle florecerá otra vez, y Jimmy dormirá en su pequeña habitación otra vez. Volarán los pájaros azules sobre Los acantilados blancos de Dover, Mañana, sólo espera, y los verás.Esta canción se convirtió en un símbolo del valor de un pueblo que tenía puesta su mirada en un futuro mejor, más allá del sacrificio y la muerte. Churchill se refirió a esa época como “su momento más sublime”. Ese mismo espíritu invencible se manifestó evidentemente en muchos otros países que habían sido destrozados por la guerra.

 

Y llegó a su punto culminante en la ciudad de Leningrado (que ahora se llama San Petersburgo), donde el pueblo ruso soportó una gran privación durante un sitio de 872 días por el ejército alemán y el finlandés. Más de 650 mil personas murieron en 1942, la mayoría de ellas debido al hambre, las enfermedades y el cañoneo distante. Pero los sobrevivientes se negaron a rendirse a la tiranía. Su reacción a horrores inconcebibles, se encuentra entre uno de los ejemplos más impresionantes del valor humano. A San Petersburgo se le da hoy el nombre de “Ciudad de los Héroes”.

 

Si es verdad que a menudo los tiempos difíciles producen firmeza emocional y física, entonces también lo opuesto tiene que ser cierto. Y en realidad, lo es. Con frecuencia, la vida fácil y la abundancia producen una profunda debilidad. Con el respeto debido hacia mis compatriotas, aquí en los Estados Unidos, diré que creo que el materialismo y la comodidad nos han hecho débiles y vulnerables. La continua prosperidad que disfrutamos, por lo menos en comparación con el resto del mundo, ha hecho que nos sintamos seducidos por la vida cómoda. A veces me pregunto si podríamos tolerar el nivel de privación que es común para la mayoría de los seres humanos. Parece que tenemos bastantes problemas tratando de hacerles frente a las presiones de la vida cotidiana. El filósofo y autor ruso Aleksandr Solzhenitsyn reconoció esta debilidad nacional, poco después de haber llegado a los Estados Unidos como exilado de lo que era en ese entonces la Unión Soviética. En un discurso que pronunció en la Universidad de Harvard el día 8 de junio de 1978, y que ahora es famoso, se refirió a la vida fácil que satura a las democracias. Dijo que era obvio para él, que las naciones occidentales no eran tan seguras y estables como parecían ser.

 

Agregó que eran evidentes las señales de desintegración social en la cultura. Mencionó específicamente la falta de grandes estadistas y el comportamiento ilegal, tales como los disturbios y los saqueos que ocurrieron cuando hubo un paro del suministro eléctrico que momentáneamente dejó a obscuras a varias de nuestras ciudades. Solzhenitsyn presentó numerosos ejemplos antes de llegar a la siguiente conclusión: “Esa agradable cubierta externa debe de ser muy frágil, porque el sistema social es bastante inestable y débil”. Hoy en día, la tendencia a la violencia, que observó Solzhenitsyn, es una característica de los norteamericanos que ha aumentado aun más. Muy fácilmente se nos ponen los nervios de punta. A veces, las personas que manejan sus autos por las autopistas de Los Ángeles gritan unas a otras por la ofensa más insignificante. La sociedad está saturada de toda clase de violencia. Los disturbios que ocurrieron en 1992 en Los Ángeles y en otras ciudades, asombraron al mundo entero con su brutalidad desenfrenada y su vandalismo. El alcoholismo, la inmoralidad, la drogadicción, la desintegración de las familias, el abuso sexual de los niños, la pornografía, la delincuencia, la homosexualidad y los juegos de azar están más generalizados hoy que nunca. La cultura parece estar al borde de su destrucción. No se necesita mucho para hacerla desintegrar. Y esto está ocurriendo en tiempos relativamente buenos. Parece que, en realidad, la prosperidad es una mejor prueba del carácter que la adversidad.

 

¿Obra también esta ley entre los cristianos? No cabe duda de que así es. Observe a la iglesia en Europa oriental, en comparación con la iglesia en Europa occidental. Antes de la caída del comunismo y la apertura de las fronteras, la comunidad cristiana era mucho más fuerte bajo el dominio totalitario que en la cordialidad de la libertad. Esa verdad es increíble. La iglesia estaba viva y bien en Polonia, Checoslovaquia, Rumania y Alemania oriental, donde tenían muy pocas Biblias y materiales de estudio, no había seminarios y conferencias cristianas, tampoco emisoras religiosas de radio y de televisión, ni películas. La opresión comunista a que estaban sometidos los creyentes era intensa. Los pastores cuidaban de seis u ocho congregaciones debido a la falta de líderes capacitados. Ser cristiano significaba tener que pagar un precio muy alto. Sin embargo, la fe no sólo prevaleció en ese ambiente adverso, sino que floreció rápidamente. En contraste, la devoción religiosa languideció en la libertad de Europa occidental. La apatía fue evidente de manera especial en países donde la iglesia recibía el apoyo económico del gobierno, tales como Dinamarca, Suecia, Noruega y Grecia.

 

Por medio de esta historia reciente, uno podría llegar a la conclusión de que la mejor manera de acabar con la iglesia, o debilitarla, es quitar de su camino todos los desafíos. Pensemos más de cerca en esta ley de la adversidad. ¿Qué tiene que ver con usted y conmigo? ¿Podrá ser que nuestro Padre celestial permite que sus hijos tengamos que luchar, para mantenernos fuertes? Creo firmemente que así es. Eso fue, precisamente, lo que Santiago les dijo a los judíos cristianos en el primer siglo: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (Santiago 1:2-3). Pablo repitió este tema en su carta a los Romanos: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba esperanza” (Romanos 5:3-4). Jesús lo dijo aun más claramente: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mateo 16:24). También el dijo: “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” (v. 25).

Esas palabras nos dejan muy poca posibilidad de duda. Jesús quiere que nos entreguemos completamente a él, que tengamos dominio propio y que nos mantengamos firmes. También él nos advirtió acerca de los peligros de la vida fácil. Creo, que eso es lo que él quiso decir cuando declaró: “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Marcos 10:25). El no quiso decir que Dios establece una norma diferente, y más difícil, por medio de la cual los ricos son juzgados. Más bien, estaba ratificando que la riqueza puede hacernos depender de la comodidad que disfrutemos, y es sumamente seductora.

 

Una persona que se crió acostumbrada a las cosas buenas de la vida, podría no sentirse atraída al camino de sacrificio de la Cruz. Como el joven rico que se alejó de Jesús, podría ser más difícil para una persona rica el seguir a este Maestro, que nos llama a realizar el sacrificio supremo. No sólo es peligrosa la riqueza, sino que también lo es la adulación de nuestros semejantes. Si usted quiere saber de qué está hecha una persona, elévela a una alta condición social y llénela de expresiones de admiración. Dentro de poco, su carácter oculto se manifestará, y todos podrán verlo. Salomón escribió: “El crisol prueba la plata, y la hornaza el oro, y al hombre la boca del que lo alaba” (Proverbios 27:21). Por medio de estos versículos de la Biblia y de muchos otros, debería ser evidente que nunca fue el propósito de Dios que la vida cristiana fuera un paseo a través de un jardín lleno de rosas. Esa existencia placentera terminó cuando Adán y Eva fueron echados fuera del jardín de Edén. Desde entonces, la vida ha sido un reto para todos nosotros. Estoy seguro de que usted ya sabía esto.

 

Hace varios años, me encontraba atravesando por un período de prueba, en el que estaba experimentando muchas frustraciones. Me sentía como Job cuando los que le traían malas noticias estaban esperando su turno para relatarle sus historias. Todo un mes había sido así. Entonces, una noche en la que Shirley estaba fuera de la ciudad porque había ido a una conferencia, decidí visitar mi restaurante favorito, que era un lugar donde vendían hamburguesas con servicio para automovilistas. (Eso fue antes que mi cardiólogo y mi esposa se pusieron de acuerdo para destruir uno de los placeres más agradables en esta vida.) Entré apresuradamente en el auto Honda de mi hijo, sin recordar que cuando él regresó a la universidad yo había cancelado la póliza de seguro sobre el mismo. Había manejado por unas tres cuadras cuando me di cuenta de que estaba manejando sin estar protegido con un seguro de responsabilidad civil. Pensé: Con sólo cometer un error tonto, podemos perder nuestra casa.Estaba a nada más dos cuadras del lugar de hamburguesas, así que disminuí la velocidad y continué avanzando lentamente. Casi me detenía en cada esquina, mirando a ambos lados antes de seguir adelante poco a poco. Estoy seguro de que la gente pensaba que yo era un anciano que no sabía lo que estaba haciendo o un tipo raro, o las dos cosas. Llegué sano y salvo a mi querido restaurante de hamburguesas, y di un suspiro de alivio. “¿Qué quiere ordenar, por favor?”, dijo la voz apagada de un adolescente a través de la pequeña caja negra en la sección deservicio a  los automovilistas. Le dije al joven lo que quería, y luego avancé hasta la ventanilla. Muy pronto, el empleado estaba extendiendo una mano para darme una bolsa que olía muy bien, así que me asomé por la ventanilla del auto para tratar de agarrarla.

 

Allí estaba yo, con casi la mitad del cuerpo fuera del auto, cuando una señora de edad perdió control de su Mercedes que estaba detrás de mí. Se le había resbalado el pie del pedal del freno y había pisado el acelerador. ¡Aquello fue como si un tanque Sherman hubiera chocado con el cochecito de un niño! De pronto, el Honda de Ryan y yo, salimos volando por el camino de entrada, sin saber a dónde íbamos a dar. Nunca encontré la hamburguesa. Cuando finalmente el auto se detuvo, yo estaba tan aturdido que no podía ni moverme. Entonces, esta amable ancianita, de ochenta y un años, se acercó a mi ventanilla apresuradamente para ver si yo estaba bien, y para rogarme que no llamara a la policía. Me dijo: “Lo siento. Hace dos semanas, me ocurrió lo mismo con otra persona. Por favor, ¡no me denuncie! Vaya arreglarle el auto”. Debería haber informado a las autoridades acerca del accidente, lo sé, pero no tuve valor para hacerlo. La señora en el tanque y yo, estábamos teniendo la misma clase de mes. Hay momentos, como éste, cuando creemos que el universo entero se ha puesto de acuerdo para hacemos daño. Así que la vida es un desafío. No hay duda de que fue diseñada de esa manera.

 

Observe cómo Jesús se relacionó con sus discípulos durante su ministerio en la tierra. Difícilmente alguien podría acusarle de haber mimado a esos hombres rudos. Imagíneselos una noche, en una pequeña barca. Usted conoce la historia. Se desató una gran tormenta mientras Jesús dormía apoyado sobre una almohada. Recuerde que varios de los discípulos eran pescadores profesionales, y que ellos sabían muy ‘bien lo que una tormenta podía hacerle a una pequeña embarcación y a sus ocupantes. Ellos se asustaron, de la misma manera en que nos habría sucedido a usted y a mí. Pero allí estaba el Maestro, tranquilo y despreocupado, durmiendo profundamente en la popa. Las olas caían sobre la proa, poniendo a la barca en peligro de hundirse. Los hombres, llenos de pánico, no pudieron soportarlo más. Despertaron a Jesús, y le dijeron: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!” Antes de calmar la tempestad, él les dijo a los discípulos: “¿Por qué estáis amedrentados, hombres de poca fe?” (Mateo 8:23-26, LBLA) Si yo no supiera más que eso, sentiría mucha compasión por los discípulos en cuanto a lo que les sucedió en esa ocasión. ¿Quién podría culparlos por ponerse a temblar al encontrarse en medio de esa tormenta? No había guardacostas o servicio de helicópteros para rescatarlos de las agitadas aguas del mar. Si llegaban a caerse al agua en esa furiosa tormenta, eso sería el fin para ellos. Sin embargo, Jesús estaba decepcionado por su pánico. ¿Por qué? Porque el temor y la fe no van juntos. Y porque quería que ellos confiaran en él cuando estuvieran frente a la muerte. ¡Necesitarían esa confianza dentro de unos pocos meses!

 

Observemos a Jesús y los discípulos en otra ocasión en la que una vez más estaban en el mar. Según Marcos 6:45-50, él les había dado instrucciones de que entraran a la barca para que fueran a la ciudad de Betsaida antes que él. Entonces, se fue a un monte cercano a orar. Al parecer, Jesús podía ver todo el lago desde donde estaba sentado, y vio que los discípulos estaban remando “con gran fatiga, porque el viento les era contrario”. El relato bíblico nos dice que “cerca de la cuarta vigilia de la noche vino a ellos andando sobre el mar” (v. 48). Desde el anochecer hasta la cuarta vigilia de la noche son siete horas. Durante siete horas, Jesús estuvo observando a los discípulos luchando con un fuerte viento contrario antes de ir a ayudarlos. A pesar de que no les ayudó inmediatamente, él los estuvo viendo y tuvo cuidado de ellos toda la noche. Es evidente que les permitió experimentar la necesidad que tenían, antes de ir a rescatarles.

 

A veces, también Jesús nos deja, a usted y a mí, que “luchemos remando”, hasta damos cuenta de la necesidad que tenemos de él. Al hacer esto, le da a nuestra fe una oportunidad de crecer y madurar. Pero podemos estar seguros de una cosa: El siempre nos está viendo. Cuando sus propósitos se cumplan y sea el momento apropiado, él calmará el tempestuoso mar y nos guiará seguros a la distante orilla. Permítame hacer otro comentario acerca de los escritores y los oradores que promueven la expectativa de una vida cristiana fácil. Ellos quisieran hacemos creer que los seguidores de Jesús no experimentan las pruebas y las frustraciones que tienen los incrédulos. Algunos parecen estar tan ansiosos de decimos lo que nosotros queremos oír, que tuercen las verdades de la Palabra de Dios. Quisieran hacernos creer que el Señor se apresura a actuar en el mismo momento que nos vemos frente a algún problema, para quitar de nuestro camino toda incomodidad o necesidad. Bueno, a veces él hace justamente eso. Pero en otras ocasiones no lo hace. De cualquier manera, él siempre está presente y tiene perfecto control de nuestras vidas.

 

Veamos otro ejemplo de la relación de Jesús con sus discípulos, que realmente no eran tan rudos. Ocurrió la noche antes que fue crucificado. Pedro, Jacobo y Juan estaban con él en el huerto de Getsemaní. A medida que la noche fue transcurriendo, Jesús comenzó a sentirse abrumado de tristeza por lo que le esperaba. Les pidió a los tres que se quedaran atrás y velaran mientras él iba un poco más adelante para orar solo. Tres veces, durante una hora, regresó a donde los había dejado y los encontró durmiendo “porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño” (Mateo 26:43). Como antes, expresó su disgusto por la debilidad de los discípulos. Debemos recordar que hacía unos pocos días estos hombres habían estado bajo considerable tensión.

 

Comprendían que estar cerca de Jesús podía costarles la vida. Esa clase de peligro produce fatiga, especialmente después de uno haber estado despierto hasta las primeras horas de la madrugada. Era razonable que no fuese fácil para los discípulos el sentarse con la mirada fija en la oscuridad de la noche sin quedarse dormidos. No obstante, Jesús esperaba que ellos permanecieran despiertos, por eso les dijo: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (Mateo 26:41). Nuevamente, Jesús estaba exhortando a sus discípulos a fortalecerse, es decir, a esforzarse por tener un mayor control sobre sus impulsos. ¿Por qué? Porque la carne débil es más vulnerable a la tentación. A través de la Biblia vemos constantemente este ejemplo. El Señor quiere que su pueblo sea fuerte. Lea de nuevo la historia de los hijos de Israel errantes por el desierto, perdidos, sedientos, sucios y sin hogar. Se cansaron de comer el mismo alimento aburrido, el maná, y se pusieron a desear regresar a Egipto. Posiblemente yo también me habría quejado de todas esas frustraciones, si me hubiera encontrado en una situación como ésa. Pero observe lo que dice en Números 11:1: y el pueblo comenzó a quejarse en la adversidad a oídos del Señor; y cuando el Señor lo oyó, se encendió su ira, y el fuego del Señor ardió entre ellos y consumió un extremo del campamento (LBLA).

 

Si eso parece severo, debemos recordar que Dios había escogido a este pueblo como propiedad suya, y estaba realizando una poderosa obra en sus vidas. Les había rescatado de 400 años de esclavitud en Egipto. Hasta dividió las aguas del mar Rojo para facilitar su huida. El había tenido cuidado de cada una de las necesidades de ellos, sin embargo, lo único que hicieron fue quejarse. La Biblia nos dice que Dios es paciente y lento para la ira, pero finalmente se cansó de escuchar sus continuas quejas. ¿Quiere decir eso, según pareciera, que no tenemos libertad para expresarle al Señor nuestros más profundos anhelos y frustraciones? ¿Es él tan exigente y desinteresado que debemos ocultarle nuestros temores, o tratar de ser algo que no somos? ¿Deberíamos sonreír y resignarnos cuando nuestra alma está sumida en la angustia? ¿Debemos imitar a los patos que están tranquilos en un lago, pero por debajo de la superficie están chapoteando como locos? ¡No! Por lo menos, un centenar de versículos de la Biblia refutan esa imagen de un Dios desinteresado. Jesús dijo: “Venida mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Se nos dice que “él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo” (Salmo 103:14).

 

El también comprende que según nuestro temperamento algunos somos fuertes y seguros de nosotros mismos, y otros tenemos una tendencia natural a ser más inquietos. Eso no debería ser una sorpresa para el Señor, quien nos hizo como somos. También me imparte ánimo el ver la compasión de Dios hacia David cuando él expresó angustiosamente sus temores y frustraciones. No hay ninguna evidencia de que el Señor se disgustara cuando David expresó su dolor y sus temores. Entonces, ¿cuál fue la diferencia entre estas “quejas” aceptables, y las de los hijos de Israel muchos años antes? La respuesta la vemos en la naturaleza de las lamentaciones de David. Fueron expresadas en circunstancias en las cuales mostró su fe y su dependencia en Dios. Podemos ver claramente que, aun cuando estaba deprimido, David sabía quién era su Señor y a quién era que él tenía que serle fiel. Pero los hijos de Israel actuaron con incredulidad y de manera desafiante al quejarse. Una vez más, vemos que en la Biblia todo parece tener que ver con esa palabra pequeña y esencial: fe.

Hagamos un resumen: Ahora sabemos que la fe debe ser firme, pero ¿por qué? ¿Existe alguna razón lógica por la que el Señor nos pide que decidamos firmemente enfrentarnos con nuestras dificultades? Creo que se debe a la íntima relación que, según mencioné anteriormente, existe entre la mente, el cuerpo y el espíritu. No podemos tener estabilidad espiritual y ser emocionalmente inestables al mismo tiempo. Estamos envueltos en una guerra espiritual con un enemigo implacable, que continuamente está asechándonos. Necesitamos estar en las mejores condiciones posibles, para poder hacerles frente a los dardos y a las flechas que él nos lanza. Los cristianos débiles y que se han dado demasiada buena vida, no tienen la resistencia suficiente para pelear esta batalla. Así que, de vez en cuando el Señor nos pone a hacer ejercicios espirituales con el fin de mantenernos en forma para la contienda. Esa es la “ley de la adversidad”, y todos somos afectados por ella de una manera u otra.

Dr. James Dobson

Cap 08

  1. Magnifica exposicion que EL Señor nos entrega,… Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdicion y muerte,… mas angosto es el camino y estrecha la Puerta que nos lleva a la Vida,… Y pocos son los que la hayan!!! Cuan afortunados somos!!! y miserables al Pensar que la Vida nos debe algo,… como decia el Escritor la comodidad de nuestro Occidente,… es un camino cuesta abajo,… y que nos debilita,… me costaba tanto entender porque tanta adversidad en mi vida,… reclamaba continuamente porque no naci en EE.UU., u otro pais rico,… porque vine a nacer aqui al fin del mundo y mas encima al extremo austral Puerto Natales,… no entendía lo que hablaba,… reclamaba,… porque no habia empleo para mi,… porque los terremotos y tanta destruccion,… EL Espiritu santo por su Palabra forma nuestro caracter y templa el espiritu del cristiano en la adversidad,… en medio de la tormenta,… hoy tenemos un Chile prospero y lleno de comodidades,… super carreteras,… hasta en el hogar mas humilde hay celulares y television y en muchos plasmas y otros aparatos de tecnologia moderna,… tanta comidad que destruye a los cristianos!!! ya es “retrogrado para algunos” el Evangelio callejero,…
    Dios nos Bendiga!!! y tenga de nosotros misericordia!!!

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