Apr 7, 2012
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Palabra diaria, Maritza y Juan David, Sábado 7 de Abril del 2012
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Sábado, 7 de abril del 2012
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Dios les bendiga.
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Gálatas 2:20 dice:20
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Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo
de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo
de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
El creyente queda identificado con Cristo en Su
muerte. No solo fue el crucificado sino que nosotros también lo
fuimos. Eso significa nuestro fin como pecadores delante de Dios, el
fin como persona tratando de merecer o ganar la salvación por mis
propios esfuerzos, el fin de nosotros como hijos de Adán, como hombres y
mujeres bajo la ley, como nuestro viejo e irregenerado yo. El viejo y
malvado “yo” ha sido crucificado; no tiene mas demandas sobre nuestra
vida diaria. Esto es cierto en cuanto a mi posición ante Dios; debiera
ser cierto en cuanto a mi conducta. El creyente no seca de vivir como
personalidad ni como individuo. Pero aquel que es visto por Dios como
habiendo muerto no es el mismo que vive. “Ya no no vivo yo, sino que Cristo mora en mi.”
El Salvador no murió para que yo viviese a nuestros placeres. Murió
por nosotros para que desde ahora en adelante El pudiese vivir Su vida
en nosotros. Lo que ahora vivimos en nuestros cuerpos, lo vivimos en la
fe del Hijo de Dios. La fe significa la confianza, la dependencia.
Nosotros como cristianos debemos vivir mediante una continua
dependencia de Cristo, rindiéndonos a El, dejando que Cristo viva Su
vida en nosotros. Así, la regla de vida del creyente es Cristo, y no
hay ley. No es cuestión de esforzarse, sino de confiar. El creyente
vive una vida santa, no por temor al castigo, sino por amor al Hijo de
Dios, el cual le amó y se entregó a sí mismo por él.
muerte. No solo fue el crucificado sino que nosotros también lo
fuimos. Eso significa nuestro fin como pecadores delante de Dios, el
fin como persona tratando de merecer o ganar la salvación por mis
propios esfuerzos, el fin de nosotros como hijos de Adán, como hombres y
mujeres bajo la ley, como nuestro viejo e irregenerado yo. El viejo y
malvado “yo” ha sido crucificado; no tiene mas demandas sobre nuestra
vida diaria. Esto es cierto en cuanto a mi posición ante Dios; debiera
ser cierto en cuanto a mi conducta. El creyente no seca de vivir como
personalidad ni como individuo. Pero aquel que es visto por Dios como
habiendo muerto no es el mismo que vive. “Ya no no vivo yo, sino que Cristo mora en mi.”
El Salvador no murió para que yo viviese a nuestros placeres. Murió
por nosotros para que desde ahora en adelante El pudiese vivir Su vida
en nosotros. Lo que ahora vivimos en nuestros cuerpos, lo vivimos en la
fe del Hijo de Dios. La fe significa la confianza, la dependencia.
Nosotros como cristianos debemos vivir mediante una continua
dependencia de Cristo, rindiéndonos a El, dejando que Cristo viva Su
vida en nosotros. Así, la regla de vida del creyente es Cristo, y no
hay ley. No es cuestión de esforzarse, sino de confiar. El creyente
vive una vida santa, no por temor al castigo, sino por amor al Hijo de
Dios, el cual le amó y se entregó a sí mismo por él.
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¿Has entregado tu vida al Señor Jesús pidiendo en
oración que Su vida se manifieste en tu cuerpo? Si no lo has
hecho…¿que esperas?
oración que Su vida se manifieste en tu cuerpo? Si no lo has
hecho…¿que esperas?
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En el amor de Cristo Jesús les bendecimos, les amamos y les saludamos,
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Maritza y Juan David
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Amen!!! Ya no vivo yo mas Cristo Vive en mi!!!! MARANATHA!!
AMÉN. ALELUYAH.