Desastre. Cuadrillas de rescate retiran cuerpos que quedaron esparcidos cerca de los restos del Boeing 777./EFE

El impacto mundial que tuvo el ataque contra el avión comercial de Malaysia Airlines hizo que ayer Rusia y Estados Unidos llegaran a un acuerdo para utilizar su poder de influencia en detener en forma definitiva la guerra civil en el este de Ucrania, y evitar así que siga escalando el conflicto. También coincidieron en la necesidad de que las pruebas relacionadas con la tragedia, que causó la muerte de las 298 personas a bordo, sean puestas a disposición de una investigación internacional ecuánime.

Los cancilleres de ambas potencias, el estadounidense John Kerry y el ruso Serguei Lavrov, mantuvieron una larga conversación donde decidieron encarar en forma conjunta esta crisis. “Consideraron imprescindible garantizar una investigación internacional absolutamente sin trabas, independiente y abierta de la catástrofe del avión malasio”, señaló un comunicado de la cancillería rusa.

También acordaron que “todas las pruebas, incluidas las cajas negras, deben ser proporcionadas para su estudio en el marco de la investigación internacional, y que en el terreno se deben garantizar todas las condiciones necesarias para el acceso de los expertos”. Lavrov subrayó que en la investigación debe participar el Comité Internacional de Aviación, del que también forma parte Ucrania.

El otro tema, más ríspido, fue el enfrentamiento entre separatistas y el gobierno de Kiev. Los dos ministros, según lo conversado, resolvieron que las partes en conflicto deben volver al terreno de la declaración de Ginebra del 17 de abril, en la que Ucrania, EE.UU., Rusia y la Unión Europea reclamaron el fin de la violencia y un diálogo entre todas las regiones ucranianas.

En ese sentido, acordaron “usar la influencia de Rusia y EE.UU. sobre las dos partes enfrentadas para instarlas a que se muevan en la dirección correcta”. “ El conflicto en Ucrania no tiene una solución militar y sólo puede ser resuelto por la vía pacífica a través del consenso nacional”, concluyó la nota.

Pese a este acuerdo bilateral, Rusia sigue en el punto de mira de las potencias occidentales por sus vínculos con los separatistas y la sospecha de que estas milicias podrían haber usado un sistema misilístico ruso –conocido como Buk– para derribar el jueves pasado el avión de Malaysia Airlines. El Boeing 777 cubría la ruta Amsterdam-Kuala Lumpur y, tras el impacto, cayó envuelto en humo y llamas, para terminar estrellado en campo abierto. No hubo sobrevivientes. A bordo viajaban 298 personas, entre holandeses, malasios, australianos, canadienses, indonesios, británicos, alemanes y belgas. Entre los pasajeros había 80 niños y adolescentes.

Ayer, EE.UU. insistió en la responsabilidad rusa por el episodio, pese a que aún no hay pruebas determinantes. El jefe del Pentágono, Chuck Hagel, reiteró que el misil que derribó al avión provino de territorio controlado por los filo rusos. “ El misil tuvo que venir de Rusia y la instrucción para operarlo tuvo que venir de Rusia ”, sostuvo.

Hagel enfatizó que el presidente ruso, Vladimir Putin, “ha instigado el conflicto en el este de Ucrania por meses, alienta a los separatistas y les proporciona equipo militar avanzado. No es posible que esos separatistas funcionen como funcionan sin equipos avanzados e instrucción, y esto ha venido de Rusia. Rusia está cada vez más aislada, más aún después de esta tragedia”, agregó.

No sólo EE.UU. cargó contra Rusia, también lo hicieron otros gobiernos occidentales. Las pruebas de que el Boeing fue alcanzado por un misil proveniente del área insurgente “se están convirtiendo en irrefutables”, afirmó el presidente del Parlamento Europeo Martin Schulz. El bloque europeo, particularmente Gran Bretaña, Francia, Holanda y Alemania, exigió a Moscú que adopte una posición más estricta con los separatistas.

El nuevo canciller británico, Philip Hammond, denunció que “Rusia no está aportando lo suficiente, dada su influencia sobre los separatistas, para garantizar que personal idóneo llegue a la zona a investigar” la tragedia. El premier holandés, Mark Rutte, exigió a Putin, con quien mantuvo una conversación telefónica, que “asuma su responsabilidad” para facilitar el acceso de los investigadores a la zona del desastre.

 

 

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