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“Los dones espirituales”
Los dones espirituales
Por Randy Hurst
Nota del editor: este artículo se basa en un sermón predicado en el Central Bible College en Springfield, Missouri. Le recomendamos que lea 1 Corintios 12 al 14 juntamente con este artículo.
En el avivamiento pentecostal a principios del siglo veinte el Espíritu Santo guió a nuestros fundadores a que formaran las Asambleas de Dios. La mayor parte de las razones que dieron para la formación de nuestra Fraternidad tenía que ver con alcanzar al mundo con el evangelio. A diferencia de muchos cuerpos eclesiásticos, cuya misión se centraba sólo en ciertas partes del mundo, nuestros primeros líderes se sintieron guiados por el Espíritu a obedecer el mandato de nuestro Señor: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15).
La audacia de la respuesta sin reservas de nuestros antepasados al mandato de nuestro Señor es asombrosa. ¿Cómo era posible que un pequeño grupo de cristianos aún considerara intentar la tarea de predicar el evangelio en todo el mundo? Porque eran verdaderamente pentecostales. Creían tanto en el mandato de Jesús de llevar el evangelio a todo el mundo como también en su promesa de que recibirían el poder del Espíritu Santo para hacerlo (Hechos 1:8).
Desde su nacimiento, esta Fraternidad ha dependido de Dios para hacer obras sobrenaturales. Parte esencial del movimiento pentecostal en nuestro tiempo ha sido un nuevo énfasis en los dones espirituales. La manifestación de los dones espirituales es parte esencial de la obra de Dios en su pueblo y a través del mismo.
Jesús dijo: “edificaré mi iglesia” (Mateo 16:18). Nuestro Señor no sólo puso el fundamento de la Iglesia, sino que Él aún la sigue edificando. Él cumplió su promesa de enviar al Espíritu Santo para darnos poder. Jesucristo es el Bautizador. En el himno “Castillo fuerte”, Martín Lutero lo expresó muy bien: el Espíritu y los dones son nuestros por medio de Él.
El pasaje más extenso del Nuevo Testamento acerca de los dones espirituales es 1 Corintios 12 al 14. El apóstol Pablo estaba respondiendo al énfasis que la iglesia en Corinto ponía en ciertos dones (particularmente las lenguas), mientras que se olvidaban de los dones más esenciales. Aunque estaba tratando con un problema específico, en un determinado tiempo y lugar, las verdades que enseñó para ayudar a la iglesia en Corinto se aplican en todos los tiempos y lugares, y dan enseñanza sobre otros aspectos relacionados con los dones espirituales.
EL PODER DE LOS DONES
Pablo menciona que los tres miembros de la Trinidad obran a través de los dones espirituales: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo” (1 Co 12:4–6). Dios nos llama no sólo para que trabajemos por Él sino también para que trabajemos con Él (Marcos 16:20). Él está obrando en nosotros y a través de nosotros. Dios nos da poder a través de los dones.
En el capítulo 12 vemos dos formas poderosas en que se manifiestan los dones:
En primer lugar, el poder de los dones se ve en su unidad. Pablo usa el cuerpo humano como un ejemplo de la iglesia. El cuerpo no es meramente un ejemplo de la iglesia, sino que es una representación inspirada de lo que Dios quiere que sea la Iglesia. Dios diseñó el cuerpo humano físico y también el cuerpo espiritual (la Iglesia). Un cuerpo no puede funcionar si sus partes no trabajan en unidad.
La iglesia primitiva era un ejemplo vivo del poder de la unidad espiritual. Después que los primeros cristianos fueron llenos del Espíritu Santo, eran “de un corazón y un alma” (Hechos 4:32). Pablo dice que Dios ha ordenado de tal manera el cuerpo, “dando más abundante honor al que le faltaba, para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan” (1 Co 12:24–26).
En segundo lugar, el poder de los dones se ve en su variedad. Dios tiene un propósito para cada don. La iglesia de Corinto se centraba en unos cuantos dones (especialmente las lenguas), y en consecuencia, la edificación de la iglesia sufría porque no apreciaban todos los dones. La naturaleza misma de la iglesia es que “no es un solo miembro, sino muchos” (1 Co 12:14). Dios sabe lo que la iglesia necesita. Cada parte del cuerpo y cada don espiritual tienen un propósito importante. Si no reconocemos la belleza y el poder en la variedad que Dios ha provisto, podemos devaluar nuestro propio lugar en el cuerpo (vv. 15,16). O podemos devaluar el lugar de otra persona en el cuerpo (v. 21).
LA DISTRIBUCIÓN DE LOS DONES
Dos veces en el capítulo 12 Pablo hace hincapié en que los dones espirituales y los ministerios en la iglesia son dados por la voluntad y la obra de Dios mismo. Los dones espirituales no son impartidos por voluntad y obra del hombre. Dios obra por medio de personas, pero por su propia voluntad. Pablo menciona que Timoteo recibió un don por la imposición de las manos de Pablo (2 Timoteo 1:6), y también mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio (1 Timoteo 4:14). Sin embargo, muestra claramente que Dios ha colocado cada miembro (don) en el cuerpo “como él quiso” (1 Corintios 12:18). También muestra que Dios ha puesto los diferentes ministerios en la iglesia (1 Co 12:28).
Debemos “procurar” los dones espirituales (1 Co 12:31; 14:1); pero no son para consecución. Los dones espirituales no son premios o logros. Son dones o muestras de gracia, inmerecido e impartidos por la voluntad de Dios para el bien de toda la iglesia. Hemos de seguir el amor y procurar los dones espirituales (14:1). Los dones espirituales no son trofeos de espiritualidad, sino dones que Dios ha puesto en la iglesia para obrar sus propósitos.
LA PERSPECTIVA DE LOS DONES
No fue la intención de Pablo de que el capítulo 13 fuera un texto aparte, como una bella prosa sobre el amor. Él no lo escribió para que se le pusiera un marco de flores y se colgara en una pared. Más bien, es el centro de la enseñanza de Pablo acerca de los dones espirituales, para darnos perspectiva. Para entender este pasaje, hay que recordar cómo era la iglesia en Corinto. Su problema no eran los dones espirituales, sino el problema era su actitud errónea hacia los dones.
Pablo comienza este pasaje con dos poderosos argumentos:
Primeramente, muestra que por más grandes que sean los dones espirituales, el amor es aún mayor.
En segundo término, muestra que por más maravillosos que sean los dones, sin el amor éstos se vuelven ineficaces.
Él en ninguna manera está depreciando los dones espirituales. Antes de que comience su enseñanza sobre el amor, dice: “os muestro un camino aun más excelente” (1 Co 12:31). Los dones son excelentes; pero el amor es “aun más excelente”. El amor no está en competencia con los dones; el amor es lo que hace eficaces a los dones.
EL PROPÓSITO DE LOS DONES
El propósito de los dones es para edificación, lo que simplemente significa esto: edificar. Se relaciona con la misma palabra que Pablo usa en el capítulo 3, cuando les dice a los cristianos que somos edificio de Dios. Jesús está edificando su iglesia. Y tiene la deferencia de usarnos en su obra.
Pablo muestra que los dones edifican en dos maneras. Somos espiritualmente edificados como individuos, y la iglesia se edifica como grupo (1 Co 14:4).
Ambos son necesarios. La iglesia se compone de gente. Cada persona en la iglesia necesita ser edificada para que la iglesia en conjunto sea edificada.
Debido a que las lenguas eran un problema en la iglesia de Corinto, Pablo usa las lenguas como ejemplo. Él hace una distinción entre las lenguas que se interpretan en reuniones de la iglesia y las lenguas que son sólo para edificación personal. En reuniones de la iglesia, las lenguas sólo llegaban a ser para edificación de la iglesia si se interpretaban. Pablo usa un argumento de peso para mostrar eso, diciendo que cuando los creyentes se reúnen, la prioridad debe ser que toda la iglesia sea edificada. Para estar seguro de que los corintios no creyeran que él estaba depreciando el valor de las lenguas para la edificación personal, dice: “Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros” (1 Co 14:18); pero luego dice que en la iglesia prefiere hablar cinco palabras que se entiendan y que instruyan a otros que diez mil palabras en un idioma que no se entienda (v. 19). No está devaluando las lenguas; está estableciendo una prioridad.
Al cierre del pasaje acerca de los dones espirituales, para estar seguro nuevamente de que no sea mal interpretado, Pablo dice: “no impidáis el hablar en lenguas” (v. 39). La prioridad se encuentra en el versículo 12: “procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia”.
LA HONORABILIDAD DE LOS DONES
Dios ha escogido manifestar sus dones a través de personas. Pero es posible que una persona haga mal uso de los dones. El orden divinamente dirigido es necesario para su debido uso.
El propósito de los dones (la edificación) es fundamental para determinar el decoro de los dones. Pablo dice: “Hágase todo para edificación” (1 Co 14:26). Luego da enseñanza práctica sobre el debido ejercicio de los dones en la iglesia. La última instrucción de Pablo acerca de los dones espirituales es: “pero hágase todo decentemente y con orden” (v.40).
Dios no nos controla como si fuéramos marionetas. Tenemos una voluntad. El Espíritu de Dios está obrando en nosotros, pero nuestro propio espíritu humano sigue activo y está sujeto a nosotros (1 Co 14:32). Podemos optar por controlar nuestro espíritu. La perspectiva del amor abnegado en el capítulo 13 requiere que cada persona se someta al bien común del resto de la iglesia.
Hay un tiempo y lugar para cada manifestación. Dios no nos ha dado una lista completa de exactamente lo que es apropiado en cada situación. Lo que es adecuado y de buen orden en un culto de oración no podría serlo en un servicio de domingo por la mañana. Y lo que es apropiado una vez en un servicio específico puede no serlo en otra oportunidad en un servicio similar. Hay un tiempo apropiado para la edificación personal y un tiempo para apropiado la edificación de toda la iglesia. Dios nos ha dado líderes que son responsables ante Dios de decidir sobre ello.
Dios ha designado “administradores” en la iglesia (1 Co 12:28). Esta palabra se usaba originalmente para referirse a la dirección de un barco. Significaba gobernar por orientación y dirección activa. El liderazgo consiste en emitir juicio. Cuando el líder de un servicio decide sobre la propiedad de una manifestación, esa decisión está bajo la guía del Espíritu Santo y es tan necesaria como un mensaje de profecía u otros dones. Debido a que la naturaleza de la administración es “gobernar”, el juicio del líder tiene autoridad sobre el ejercicio de otros dones. El líder es responsable ante Dios de ser sensible a lo que el Espíritu quiere llevar a cabo en un servicio y es responsable de que todo se haga decentemente y con orden.
La honorabilidad en el uso de los dones es esencial para su eficacia permanente porque, por desgracia, un mal uso de los dones espirituales, finalmente resulta en desuso de los dones. Y los dones son esenciales para la edificación de la iglesia de Cristo. No son sólo para uso intermitente, sino como un medio permanente de una fuente de poder para la iglesia, con el fin de que cumpa los propósitos de Dios. Cuando Pablo les dice a los cristianos de Éfeso que sean “llenos del Espíritu”, el verbo griego que usa significa que sigan eligiendo a ser llenos (Efesios 5:18). La llenura del Espíritu no debía ser algo de una sola vez, sino que debía ser una forma de vida.
Un texto lema de nuestra Fraternidad aparece en cada portada del Evangelio Pentecostal: “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6). Cuando el ángel de Jehová habló estas palabras a Zacarías, él tuvo una visión de siete lámparas sobre un candelabro. El combustible para las lámparas no estaba en un depósito, sino en dos árboles olivos a ambos lados del candelabro, que proporcionaban un suministro continuo de aceite.
Los árboles pueden ser una ilustración de los recursos ilimitado de Dios para la edificación de la iglesia. Entre esos medios están los dones espirituales. Tenemos que hacer lo que Pablo exhortó a la iglesia en Corinto dos veces en este pasaje: “Procurad, pues, los dones espirituales.”