Posted by PuertoMadero in asides, Blog, Featured Articles | 2 Comments
Pastor David Owour recibió aviso de la pandemia en Diciembre del 2015. Aporte Hnas, Hilda y Nela.
.
.
Coronavirus: cómo el encierro en India por el covid-19 se convirtió en una tragedia humanitaria
Cuando hablé con él por teléfono, acababa de regresar a su aldea en el estado de Rayastán desde la vecina Guyarat, en el norte de India, donde trabaja como albañil.
En medio de un intenso calor, Goutam Lal Meena había caminado sobre asfalto caliente con sus sandalias. Dijo que había sobrevivido solo a base de agua y galletas.
En Guyarat, Meena ganaba hasta 400 rupias (US$5,34) por día y enviaba la mayor parte de sus ingresos a su familia en su pueblo natal.
- Coronavirus: los gráficos y mapas que muestran el impresionante impacto económico de la pandemia
- “Esto se va a parecer mucho a una economía de guerra”: la advertencia sobre cómo la crisis del coronavirus aumentará el desempleo y la pobreza en América Latina
El trabajo, y como consecuencia el salario, se terminódespués de que India declarara un cierre de 21 días desde la medianoche del 24 de marzo para evitar la propagación del coronavirus.
India reportó más de 1.200 casos de covid-19 y 32 muertes hasta el lunes 30 de marzo, según el recuento de la Universidad John Hopkins, de Estados Unidos.
La paralización de todo tipo de transporte significa que Meena se vio obligado a volver a pie.
“Caminé durante el día y la noche. ¿Qué opción tenía? Tengo poco dinero y casi nada de comida”, le contó a la BBC, con voz ronca y tensa.
Una larga caminata
Meena no está solo. En todo India, millones de trabajadores migrantes están huyendo de sus ciudades bloqueadaspara regresar a sus hogares en las aldeas.
Estos trabajadores informales son la columna vertebral de la economía de las grandes ciudades: son los que construyen casas, producen alimentos, sirven en restaurantes, entregan comida, cortan el pelo en los salones, fabrican autos, desatascan sanitarios y entregan periódicos, entre muchas otras cosas.
Al escapar de la pobreza en sus pueblos, la mayoría de estos cerca de 100 millones de trabajadores residen en viviendas miserables, en guetos urbanos congestionados.
El cierre del país convirtió a estos trabajadores en refugiados de la noche a la mañana. Sus lugares de trabajo cerraron, y la mayoría de los empleados y contratistas que les pagaban desaparecieron.
Juntos, hombres, mujeres y niños comenzaron sus viajes de regreso a todas horas del día la semana pasada.
Llevan con ellos sus pocas pertenencias -generalmente comida, agua y ropa- en bolsas de tela baratas y mochilas gastadas.
“India está caminando a casa”
Cuando los niños están muy cansados para caminar, sus padres los cargan sobre sus hombros.
Caminan bajo el sol y bajo las estrellas. Muchos -la gran mayoría- cuentan que se quedaron sin dinero y temían morir de hambre.
“India está caminando hacia casa”, decía el titular del periódico Indian Express.
El sorprendente éxodo recuerda la fuga de refugiados durante la sangrienta partición de India en 1947.
Millones viajaron al este y oeste de Pakistán, en una migración que desplazó a 15 millones de personas.
Esta vez, cientos de miles de trabajadores migrantes están tratando desesperadamente de regresar a sus hogares en su propio país.
Luchando contra el hambre y la fatiga están obligados por una voluntad colectiva a volver de alguna manera a donde pertenecen.
El hogar en el pueblo asegura la comida y el bienestar de la familia, dicen.
Crisis humanitaria
Claramente, un bloqueo total del país para evitar que la pandemia se siga expandiendo se está convirtiendo en una crisis humanitaria.
Entre los numerosos refugiados de este encierro, hay una mujer de 90 años cuya familia solía vender juguetes baratos en los semáforos de un suburbio a las afueras de Nueva Delhi.
Kajodi camina con los suyos hacia Rayastán, su ciudad natal, a unos 100 km de distancia.
Comen galletas y fuman bidis, cigarrillos tradicionales indios hechos a mano, para matar el hambre.
Con un palo como ayuda, Kajodi llevaba caminando tres horas cuando el periodista Salik Ahmed la conoció.
La humillante salida de la ciudad no la había despojado de su orgullo.
“Dijo que habría comprado un boleto para irse a casa si hubiera transporte disponible”, contó Ahmed.
Este largo camino también incluye a un niño de 5 años que está en un viaje a pie de 700 kilómetros con su padre, un trabajador de la construcción, desde Nueva Delhi a su hogar en el estado de Madhya Pradesh, en el centro de India.
“Cuando se ponga el sol, nos detendremos y dormiremos”, le dice el padre a la periodista Barkha Dutt.
Otra mujer camina con su esposo y su hija de 2 años y medio, su bolso lleno de comida, ropa y agua.
Riesgo de muerte
Otro caso es el de Rajneesh, un trabajador de la industria automotriz de 26 años que camina 250 kilómetros hacia su pueblo cerca de Uttar Pradesh.
Le tomará unos cuatro días, calcula. “Moriremos caminando antes de que el coronavirus nos golpee”, le dice el hombre a Dutt.
No exagera. La semana pasada, un hombre de 39 años en una caminata de 300 kilómetros desde Nueva Delhi a Madhya Pradesh se quejó de dolor en el pecho y agotamiento y más tarde murió.
Y un hombre de 62 años, que regresaba a pie de un hospital en Guyarat, se desplomó frente a su casa y murió.
Otros cuatro migrantes de camino a Rayastán desde Guyarat fueron atropellados por un camión en una carretera oscura.
A medida que la crisis empeora, los gobiernos estatales se apresuran para organizar el transporte, el refugio y la comida.
Pero tratar de transportarlos a sus aldeas rápidamente se convirtió en otra pesadilla.
Cientos de miles de trabajadores se empujaron unos contra otros en una importante terminal de autobuses en Nueva Delhi cuando los autobuses llegaron para recogerlos.
El jefe de Gobierno de Nueva Delhi, Arvind Kejriwal, les pidió a los trabajadores que no abandonaran la capital. Solicitó que se quedaran donde sea que estuvieran“porque en grandes aglomeraciones también corren el riesgo de infectarse con el coronavirus”.
También dijo que su gobierno pagaría el alquiler y anunció la apertura de 568 centros de distribución de alimentos en la capital.
El primer ministro de India, Narendra Modi, se disculpó por el bloqueo “que ha causado dificultades en las vidas, especialmente a los pobres”, y agregó que “se necesitan medidas duras para ganar esta batalla”.
Éxodo masivo
Cualquiera sea la razón, Modi y los gobiernos estatales parecen haberse equivocado al no anticipar este éxodo interno.
Modi también se ocupó de la difícil situación de los trabajadores migrantes indios varados en el extranjero: cientos de ellos fueron repatriados en vuelos especiales.
Pero el difícil escenario de los trabajadores dentro del país dio una nota discordante.
“Querer volver a casa en una crisis es natural. Si los estudiantes indios, turistas y peregrinos varados en el extranjero quieren regresar, también lo hacen los trabajadores en las grandes ciudades. Quieren regresar a sus aldeas. No podemos enviar aviones para llevar a casa a un grupo, pero dejar a otro que regrese a casa caminando”, tuiteó el periodista Shekhar Gupta.
La escritora Chinmay Tumbe, autora de India Moving: A History of Migration (“India se mueve: una historia de migración”), dice que las ciudades ofrecen seguridad económica a los migrantes pobres. Pero su seguridad social reside en sus pueblos, donde tienen comida y alojamiento.
“Al detenerse el trabajo y desaparecer el empleo, ellos ahora buscan la seguridad social y tratan de regresar a sus hogares”, le cuenta Tumbe a la BBC.
Además, hay muchos precedentes para la fuga de trabajadores migrantes durante una crisis: las inundaciones de 2005 en Bombay vieron a muchos trabajadores huyendo de la ciudad.
La mitad de la población de la ciudad, en su mayoría migrantes, también había huido de la ciudad, a raíz de la pandemia de gripe de 1918.
Cuando estalló la peste en el oeste de India en 1994 hubo un “éxodo casi bíblico de cientos de miles de personas de la ciudad industrial de Surat”, relata el historiador Frank Snowden en su libro Epidemics and Society (“Epidemias y sociedad”).
Propagación del coronavirus
Ahora se teme que los cientos de miles de migrantes puedan ayudar a propagar la enfermedad covid-19.
Según un informe del gobierno, unos 56 distritos en nueve estados indios representan la mitad de la migración interestatal de trabajadores hombres.
Estos podrían convertirse en potenciales puntos críticos a medida que los migrantes regresen a sus hogares.
Partha Mukhopadhyay, miembro del Centro de Investigación de Políticas de Nueva Delhi, sugiere que 35.000 consejos de aldeas en estos 56 distritos potencialmente sensibles deberían evaluar el posible impacto del virus en los trabajadores que regresan y aislar a las personas infectadas en las instalaciones locales.
Los próximos días determinarán si los estados pueden transportar a los trabajadores a sus hogares o mantenerlos en las ciudades y proporcionarles alimentos y dinero.
“La gente se está olvidando de lo que está en juego en medio del drama de las consecuencias del bloqueo: el riesgo de que millones de personas mueran”, dice Nitin Pai, de la Institución Takshashila, un destacado grupo de expertos de la India.
“Allí también los más afectados serán los pobres”.